En ese orden. Hace algunos años le escribí al autor del libro “Beisbol, el juego de los números” preguntándole si no debíamos tomar en cuenta la proclividad al error que generaba un jugador rápido cuando corría para primera. Me imaginaba a Ichiro Suzuki, hace muchos años pues, y mi argumento era que el tenía no sólo más infield hits, sino que seguramente también se embazaba más por errores. En ese momento no lo podía asegurar precisamente porque no se llevaba esa estadística. Me respondió que no, que era una tontería porque el error de otro jugador no medía la habilidad del bateador, que es en realidad lo que estamos tratando de medir. Ahora me entero de que sitios como Fangraphs siguen discutiendo si “en base por error” debe ponerle toda la culpa al fielder ¿Por qué tendría que ser castigado el bateador se pregunta Matt Klassen de Fangraphs? Esta introducción sirve para tener un contexto de lo mucho que me meto en discusiones de béisbol. Yo JUEGO beísbol. Digo juego en mayúsculas porque canto entre pitcheadas. Corro al entrar al campo y corro más fuerte para salir. Dirijo al equipo. Grito. Peleo. A veces me he aventado algunas escenas dignas del “Tuca Ferreti”. Una de las funciones de ser coach es mandar las señales al bateador o corredor en turno. En mis épocas “gloriosas” de jugar softball a los 18 años teníamos señas hasta para acomodarnos en el campo con cada pitcheada. Yo jugaba segunda base. El shortstop me hacía una seña con su boca cubriéndose con su guante que me dónde me tenía que posicionar. Siempre ha sido válido tratar de adivinar las señales del otro equipo. Nunca he pasado demasiado tiempo adivinando porque siento que una jugada bien ejecutada la verdad es que no importa si la sabías…